Aquí y ahora

En este momento particular de mi vida, estoy pasando por una situación en la cual la única opción que puedo tomar es "esperar", literalmente.

Esperar...

Esperar a que las cosas sucedan, pasen, no dejar que el pensamiento intervenga mucho, sólo dejar que el tiempo se haga cargo de ellas y tratar de no desgastarme en pensamientos inútiles que al fin y al cabo, no sirven ni servirán de nada, porque no construyen ni conforman el primer paso de un verdadero cambio.

La segunda opción es aceptar y seguir, aceptar que un ser especial, cuyos sentimientos son tan verdaderos y recíprocos tiene que apartarse de mi lado porque no queda más remedio, estoy justo en ese punto, donde las esperanzas se acaban y que sea lo que Dios quiera que sea...

La razón: el trabajo, como la antigua Gobernación de Miranda: trabajo, trabajo y más trabajo; pero no sólo es la carga, sino la capacidad que tiene una empresa de controlar una vida humana al máximo, sin importar sus preferencias, sentimientos, pensamintos, etc; es decir, nada del individuo persé.

La situación que le exige la empresa al trabajador es como "Caballo viejo", pero no en el amor, sino en el campo laboral: "no hay horario ni fecha en el calendario", motivo por el cual, la disposición tiene que ser 25 horas al día vida mía, 8 días a la semana"...

Pero así es la vida, no se trata de un drama o un cuento de nunca acabar, simplemente las cosas pasan así nos duela y todo pasa, todo sigue, al día siguiente uno sigue siendo el mismo, hay que levantarse a la misma hora, cumplir con la rutina del día a día, así te estés muriendo por dentro...

La parte más ruda y con sus matices: la inminente impotencia ante un hecho que no puedo cambiar y ante una situación que ha hecho de mi garganta un nudo que debo aguantar durante todo el día, reprimiendo unas incontenibles ganas de llorar.

Esconder mi mirada de la gente, aparentar que nada pasa porque en los trabajos cualquier cosa que digas "puede ser usado en tu contra", contener las ganas de mandar a todo el mundo a que se calle la boca y te deje en paz...

Pero no, hay que manejar la situación, porque a la hora de la verdad, puede resultar un problema mayúsculo ante el actual.

La sensación de vacío es otro elemento con el cual debo convivir, sobre todo ahora que mi entorno con mi mudanza de casa estará más cerca del contexto de esta maravillosa historia, donde tuve la oportunidad de compartir momentos realmente significativos para mi y que no quiero olvidar nunca!!!.

Puntos de apoyo: gracias a Dios que existen!!!, son aquellas personas que me acompañaron en esta historia y que ahora que se acaba, siguen a mi lado apoyándome y calándose mi palo de agua sacando ponchos, paraguas y techitos de donde no los hay...

Hoy no es mi mejor día, bueno, en realidad ya tengo varios así en la lista, pero debo confesar que hay algo de regocijo: aprendí que en la vida hay etapas, que los ciclos llegan a su fin así no querramos y debemos pasar la página, pero de éste a mí me quedaron cosas importantes:

1.- Maravillosos recuerdos para toda la vida.
2.- Entendí que las cosas que molestan hay que decirlas.
3.- No hay que asumir nada a partir de hipótesis creadas por mí misma, eso se resuelve preguntando.
4.- Existen nuevas y mejores emociones.
5.- Que su presencia no la cambio por ninguna.
6.- Que una mirada puede decir más que cien palabras.

Ahora todo para mí es una tormenta con vientos huracanados, truenos, centellas y árboles caídos, pero sé que tarde o temprano saldrá el sol a brillar nuevamente en mí, sólo tengo que esperar...